ENCONTRAR ESE LUGAR AL QUE PERTENECES ES POSIBLE.
Incluso en mis recuerdos de la infancia me veo a mi misma sintiendo que nací en el tiempo, familia, lugar y planeta equivocado, al punto de llegar a pensar que tal vez el error era mi propia existencia.
Sin embargo, esta sensación encontraba alivio e incluso llegaba a desaparecer cuando estaba acompañada por animales y rodeada de naturaleza.
Afortunadamente viajaba siempre al sur porque mi Yeya (abuela) vivía ahí, y nos cuidaba a mi hermana y a mí en vacaciones y algunos feriados largos. Pero un día como a mis 11 años, las circunstancias de la vida llevaron a mi abuela a mudarse a Santiago (la ciudad) y ese espacio de consuelo ya no estuvo más.
Mi contacto con los animales en la calle, cuando iba de visita a algún lugar o los que pasaban por casa, me fueron lanzando salvavidas, pero sus presencias en mi vida fueron demasiado fugaces como para ayudarme a recuperar lo perdido.
Yo era esa persona que cada vez que veía la imagen de un OVNI abduciendo una vaca, envidiaba a la vaca. Solo quería arrancar de este mundo, que alguien o algo llegara y me llevara lejos, fuera de este mundo, al lugar al que realmente pertenecía.
Hasta que, a mis 16, Milo llegó a mi vida y volví a respirar. Nunca antes había tenido una relación tan profunda con ningún animal (ni con ningún otro ser) en mi vida.
Nuestro vínculo era muy extraño para mí. Recuerdo una vez en que no comía su comida, y no sabíamos la razón. Solo al verlo supe que era porque su comida estaba en la cocina y mi familia haciendo vida social en el comedor. Él quería ser parte, no comer en la cocina solo. Tomé su plato, lo lleve al comedor y comenzó a comer con ganas como estaba segura que haría. Con solo una mirada bastaba no sólo para entendernos, sino que para entendernos muy profundamente.
Mi deseo de seguir expandiendo esta conexión, y de entender por qué sentía tan claramente lo que él sentía y cómo entendía el motivo detrás de esas emociones, me llevaron a buscar y encontrar la Comunicación Animal (o Telepatía Animal) como herramienta. Un primer gran paso que me abrió las puertas a comunicarme con la naturaleza en su totalidad.
Recordar esta capacidad de la infancia olvidada y , sobre todo, practicar conscientemente, me hizo darme cuenta de que la naturaleza y yo nunca nos separamos realmente porque me acompaña siempre, porque soy parte de ella, porque es mi hogar. Me fui reconociendo en sus ciclos, en las conductas de los seres que más conectados estaban a ella (las plantas y animales) y también fui encontrando guía y consuelo en los mensajes que me transmitían.
Cada vez que me pierdo, que cuestiono el sentido de la vida, vuelvo a buscarla dentro y a dejarme guiar de vuelta a casa.
La naturaleza es dónde pertenezco, mi lugar en el mundo y también el tuyo.
Ya sea que tengas la dicha de vivir en la naturaleza o vivas en la ciudad, conectar con ella y sus seres es posible SIEMPRE, porque eres parte, porque la llevas dentro y porque se están comunicando contigo TODO EL TIEMPO.
Solo hace falta recordar ese lenguaje que al crecer olvidaste para volver a abrirte a recibir y a sentir.
Hoy me dedico a ayudar a otros a RECONECTAR, honrando el camino que Milo me mostró y honrando su presencia en mi vida a través de esta labor.
Y aunque ya hace tiempo su alma decidió partir de este plano, sé que, al igual que la naturaleza lo estuvo, él siempre está conmigo.
Gracias por leer hasta acá.
Abrazos de bosque 𖠰˚.